
Expuestos todos los sentidos
parados a la vera
en el centro del camino...
no..
no es amarillo.
Un horizonte es cierto,
pero dos ya no.
Del lejano oasis llega el viento
que despeina pellejos
que remonta ideas.
El camino se empapa
en el horizonte.
Dulzuras de hiel caen de las palmeras
de un desierto mojado,
que murmurando espera.
Maremotos vencidos
por una lluvia anual,
sequedades de silencio
y una lágrima de sal:
conforman el sudeste
del jardín favorito
de un olmo celeste.
Mojando llegadas,
se detiene el camino,
y lo reciben las hadas.
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